jueves, febrero 15, 2007

Para la libertad sangro, lucho, pervivo...



El domingo pasado me emocioné oyendo la versión que Serrat hizo del bellísimo poema de Miguel Hernández.
¿Somos realmente libres?, ¿qué nos condiciona?, ¿qué o quién nos corta las alas?, ¿qué o quién nos crea nuestra hermosa jaula de cristal que es nuestro mundo, nuestra vida?, ¿qué es la libertad?, ¿somos libres?. Buscando un respuesta a todo esto, el don nadie se da cuenta de que la libertad es patrimonio y coto privado de cada uno, y que cada don nadie se acaba construyendo su jaula.
Vivimos constreñidos en inflexibles marcos sociales, manipulados por etiquetas, por convencionalismos trasnochados y estúpidos, pendientes de un reloj que corre, inexorable, y que no somos capaces de detener. Estamos atados a una hipoteca eterna, cargada de ceros, que condiciona cualquiera de los pasos que damos. Somos funambulistas de circo de tercera, de esos que necesitan una red que les proteja ante una caída que nunca llega.
Mientras, nuestros hijos heredan no solo nuestros genes, también nuestros miedos, nuestras fobias, nuestras ambiciones, nuestras inseguridades y, en definitiva, nuestras frustraciones.
Fabricamos continuos "Trumanes" que acabarán viviendo su particular "show" en el cual, siendo protagonistas, no tendrán nunca las riendas de su destino. Les enseñamos a pensar lo mismo que pensamos nosotros, a actuar de igual manera, a imitar cada una de nuestras "coherentes", "meditadas" y "maduras" acciones. No olvidemos que el espejo nunca nos devuelve nuestra imagen real.
Además de todo esto, el entorno no es nada alentador, muy al contrario se muestra hostil: no hay mensajes de esperanza por parte de nadie, se han extinguido los referentes puros, todo es una distorsión y una débil sombra: medios de comunicación, políticos, publicidad, modos de diversión..., ofrecen un panorama en el que prima la mentira, la virtualidad, la crispación y las malas formas.
¡Triste herencia para jóvenes abocados a la tristeza!.
Buceando en los clásicos, me encuentro con el genial Horacio y su ,no menos genial, "Beatus Ille"-"Feliz aquel que, alejado de negocios, como los antepasados, paternos campos con sus bueyes ara y no rinde a la usura vasallaje"-. O Diogenes que, decidido a vivir en un recipiente de barro y abandonar todo tipo de superfluas comodidades, tuvo el temple de decirle al mismísimo Alejandro Magno-"házte a un lado que me tapas el sol"-.
Está en nosotros ser compañeros de su camino, servir de apoyo, incluso a veces de guía, pero no podemos ni debemos vivir sus vidas. A un don nadie no se le enseña a ser libre, aprende solo.
¡Enseñémosles a ser valientes!, dejemos que nuestros hijos SANGREN, LUCHEN Y PERVIVAN PARA LA LIBERTAD.

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